martes, 6 de octubre de 2009

A la caza del gazapo (XXXIV)

Los nervios de los padres primerizos son proverbiales y abundan las anécdotas situadas en salas de parto y espera, donde el anhelante progenitor es capaz de cometer las más singulares barrabasadas.

A Rhett Butler le tocó aguardar en la antecámara un buen rato antes de poder entrar a conocer a su hija recién nacida, y también se entregó al sinsentido; no nos referimos a confraternizar amigablemente con la servidumbre, puesto que ofrecer puros y una bebida en estos momentos es una celebración tradicional que no conoce barreras sociales y menos cuando está a punto de firmarse un tratado de paz entre la posesiva nodriza y el desenfadado bribón.

Rhett se dispone a servir sendos vasos y le vemos en un plano general, bajo el cuadro de su esposa, con el cigarro en la boca; cuando cambia el plano y Butler le ofrece un vaso a Mammy, el cigarro está en su mano.

Para burlar el bloqueo hay que tener artes de prestidigitador, pero no tantas... porque el cigarro vuelve a su boca en el plano siguiente sin que apreciemos ningún movimiento de sus manos.

2 comentarios:

BLAS dijo...

¡Vaya! Tengo la escena en la mente y me acuerdo perfectamente del puro en la mano y en la boca, pero me voy a tener que repasar la peli para observar esa rapidez sobrenatural cigarro en mano, jejeje...

Saludos!

caveat emptorium dijo...

Fallo de continuidad muy común antes y ahora. Una minucia, que pasa inadvertida en una secuencia tan divertida...
Saludos

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