domingo, 22 de febrero de 2009

David O. Selznick y su fiebre del oro

Hoy toca reparto de estatuillas doradas y la Academia se viste de gala una vez más. Es la noche de los Oscar.

Habrá algunos premios “cantados” y algunas sorpresas, tal y como ocurrió en 1940, el año en que compitió Lo que el viento se llevó.

En esa ocasión, aun con una cosecha de películas y actuaciones memorables, se daba por descontado que Vivien Leigh conseguiría el Oscar, como así fue, y que Gable se llevaría su segundo galardón; pero ahí saltó una de las sorpresas de la noche: Robert Donat fue premiado por su magnífica interpretación en Goodbye Mr. Chips (en especial por saber envejecer dignamente a lo largo del metraje).

No es que a Gable le preocupara demasiado, ya estaba contento con el reconocimiento de sus pares años atrás, pero fue una de las gotas que colmó su vaso en cuanto a sus relaciones con la MGM y con Selznick en especial, pues no se sintió apoyado por los estudios que le habían utilizado como un peón.

Tenía algo de razón: la Metro decidió respaldar a Donat en Adiós Mr. Chips porque era una cinta de la casa y no iban a pedir el voto para Gable en una producción ajena.

Al terminar la ceremonia y camino ya de la fiesta de celebración, Selznick le echó un fenomenal rapapolvo a Russell Birdwell, que había estado a cargo de la publicidad previa a la entrega de los premios:

“No sé por qué no nos llevamos el Oscar al mejor actor para Gable. Lo has dejado escapar; te equivocaste de campaña, porque de otro modo Gable lo hubiera tenido seguro”.

Birdwell, que normalmente no conocía límites en sus campañas publicitarias y se había dejado la piel en promocionar Gone With the Wind (¡que se había llevado 8 Oscar y varios premios especiales!), se sintió muy dolido y tardó en volver por el estudio, hasta que Selznick recapacitó y se disculpó:

“Me porté como un cerdo. Trabajé tanto y esperé tanto… Me volví avaricioso y lo quería todo.”

2 comentarios:

G. K. Dexter dijo...

Bueno, hay que recordar la "carrerita" que se marcaron Jack Warner y Hal B. Wallis cuando el Oscar a Casablanca. En aquella ocasión Wallis terminó primero en el escenario, y de paso en la p*** calle.
Lo de "saber envejecer", ¿no irá con segundas...? Y eso me recuerda que ya hace muchísimos años que no veo esa excelente película.

Un saludo cinéfilo.

caveat emptorium dijo...

Je, en esto de los Oscar, hasta los más cínicos tienen su corazoncito: véase la zancadilla de Wilder a McCarey...
Pues no era intencionada la referencia a la película con más candidaturas para los premios que se entregan dentro de unas horas. No había caído, y eso que Fitzgerald es amigo de esta casa...

Seguro que nos tienen preparada una recopilación de "envejecimientos en el cine" (que los ha habido muy convincentes y también horrendos).

Saludos

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