miércoles, 26 de noviembre de 2008

Pesadillas de un productor

Si algo caracterizó a Selznick a lo largo de los más de 3 años en que estuvo ocupado con Lo que el viento se llevó fue la cantidad de ideas contradictorias que salieron de su oficina; aunque el productor tenía una visión general de lo que quería hacer con la novela de Margaret Mitchell, tuvo cierta dificultad en comunicar sus deseos a sus subordinados y las dudas le acuciaron hasta el último día.

Todo normal; al fin y al cabo, la incertidumbre y el riesgo están implícitas en el negocio, pero las características colosales de Gone With the Wind multiplicaban el tamaño de cada pequeña decisión hasta convertirla en un asunto de estado.

Como ejemplo podríamos citar que, a pesar del empeño de la productora en que las citas a GWTW, sus posibles intérpretes, directores y preparativos estuvieran presentes cada día en los medios durante esos años, a medida que se adelantaba en el rodaje y, después, se acercaba la hora del estreno, Selznick se mostró más y más aprensivo:

“No publiquen sinopsis de ningún tipo”, ordenó. Así se reservaba el poder sorprender al público, aunque, después de decir que pensaba ser lo más fiel posible a la novela, era de esperar que no hubiera ningún cambio significativo en la historia, porque “todo” estaría en pantalla.

Selznick recurrió en varias ocasiones a los sondeos, y seguro que le llamó la atención que la mayoría de los encuestados tuviera dos momentos favoritos que no debían faltar en la adaptación al cine de GWTW: el desayuno de Escarlata antes de acudir a la fiesta de los Wilkes, y la llegada al mundo de Beau.

“No permitan que ninguna publicación disponga de tanto material gráfico que le permita confeccionar un story-board con él.” Selznick se felicitaba por no haber permitido que se filtrara ninguna imagen de la película antes de su estreno. Deseaba que el público no se hubiera acostumbrado a ver a los personajes y los decorados fuera de contexto. “Me he despertado en medio de la noche con la tentación de prenderle fuego a todas las fotos fijas de la película para que no sean publicadas o vistas en ningún sitio”, le escribía a J. Whitney.

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