jueves, 30 de octubre de 2008

Botellas para los desmayos

La tía Pitty, por su edad y su condición de soltera, era propensa a perder su escaso conocimiento o a amenazar con hacerlo cuando se enfrentaba a una situación para la que no estaba preparada o su delicadeza le impedía estarlo; era el momento en el que recurría a su “botellita para los desmayos”, que, como Escarlata y Melania descubrieron, no contenía agua milagrosa, sino brandy.

El alcohol ha tenido una falsa reputación de estimulante desde el principio de los siglos, y no cabe duda de que a la buena mujer le gustaba "estimularse" de vez en cuando, aunque sin llegar a los extremos de su sobrina política, que le tomó buen gusto al brandy para tratar de olvidarse de sus pecadillos y que saboreaba el champagne en su luna de miel después de una larga temporada de privaciones.

Todos los hombres en Lo que el viento se llevó son buenos bebedores y aguantan bien el alcohol, ya sea whisky o brandy, el madeira heredado por los Hamilton o lo que se tercie. Butler se deja llevar por el licor pero en sus épocas más contritas reduce su ingesta a un par de vasos de clarete, todo en pro del futuro de Bonnie.

A Mammy le sabe a gloria el ron que Rhett le ofrece para celebrar el nacimiento de la niña, un detalle que durante el rodaje de Gone With the Wind dio pie a una de las bromas de Gable: en lugar del acostumbrado té que se utiliza para que los actores no se emborrachen con la repetición de las tomas (así como el champagne de Nueva Orleans era una más humilde gaseosa), Clark puso algo más fuerte que el jerez del que habla Rhett en el vaso de Hattie McDaniel, cuya reacción al encontrarse inesperadamente con una bebida de alta graduación en plena escena fue memorable.

En la vida real también fueron necesarios los estimulantes, o así lo creían los implicados, para sobrellevar las agotadoras jornadas de rodaje.

Selznick encabeza la lista de dopaje: se impuso e impuso a los demás un ritmo infernal y se convirtió en un adicto a la Benzedrina, anfetamina que se vendía sin receta; también recurría, entre cigarrillo y cigarrillo, al extracto de tiroides y a la vitamina B-12.

Nadie podía seguir sus horarios y por eso sus secretarias se turnaban para coger el dictado de sus memorandos y demás tareas de oficina y el resto de los empleados sabía que si el teléfono sonaba a las tres de la madrugada era muy probable que fuera Selznick con una idea que había que poner en práctica unas horas después.

Es de suponer que Max Steiner se ayudó de grandes dosis de productos afines a los que tomaba Selznick para terminar su partitura en doce semanas, al mismo tiempo que se ocupaba de otras películas.

El chocolate, los cacahuetes y los plátanos circulaban por los platós como si el equipo fuera a participar en una prueba atlética; Vivien Leigh, entre tableta y tableta de chocolate, fumaba sin parar…

2 comentarios:

G. K. Dexter dijo...

Esto recuerda el té que tomaba la reina Victoria cuando salía de pic-nic. Según me contaba una vez un buen amigo, a título puramente anecdótico, más que té era brandy o whisky (¿escocés?).

Un saludo cinéfilo.

caveat emptorium dijo...

Hola,
...por no hablar de las docenas de veces que, en las películas, se encuentra una botella de licor en el equipaje de una dama, que explica siempre muy digna: "Lo tomo por motivos medicinales"...

Saludos

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