martes, 1 de julio de 2008

Olivia de Havilland, Melanie Hamilton Wilkes

Olivia Mary De Havilland nació en Tokio, Japón, el 1 de julio de 1916; sus padres eran ingleses y ella, desde muy pequeña residente en América, se nacionalizó estadounidense en 1941. Comenzó muy joven su carrera, primero en el teatro (1933) y más tarde en el cine, donde debutó en A Midsummer Night’s Dream (El sueño de una noche de verano, 1935).

Los personajes de Olivia, de físico agradable pero nada despampanante, se han caracterizado casi siempre por poseer una gran fuerza interior bajo una apariencia de fragilidad y timidez, como su Melania Hamilton.

Las películas de época, las comedias románticas y su emparejamiento con Errol Flynn bajo la dirección de Michael Curtiz le consiguieron un lugar en los corazones de toda una generación, aunque ella siempre deseó que le dieran mejores papeles y luchó nada menos que contra la Warner Bros. para librarse del férreo control que los estudios ejercían por entonces sobre las estrellas, bordeando la esclavitud.

El estudio se mostraba reacio a cederla a Selznick para GWTW, porque Jack Warner no deseaba que a sus actores se les subieran los humos y creía que si interpretaban un papel de importancia sus exigencias serían luego mayores.

Olivia trató de recurrir entonces a su amistad con la esposa de Warner, Ann, para que convenciera a su marido de que el estudio podría enorgullecerse de contar en su nómina con una actriz que había intervenido en la que se rumoreaba iba a ser la mejor película del año, pero ni ésta ni la recomendación de la esposa de Whitney, socio de Selznick, fueron suficientes; Selznick tuvo que prestar a James Stewart a la Warner para obtener los servicios de Olivia.

Más tarde, de Havilland emprendió una lucha en los tribunales contra el estudio, que la había incluido en bodrios y suspendido varias veces porque se había negado a aparecer en más películas de ínfima categoría; la suspensión alargaba la duración de su contrato mucho más allá de los siete años iniciales y la obligaba a estar atada a la Warner casi por los siglos de los siglos.

A pesar del ostracismo al que Jack Warner quiso condenarla, de Havilland ganó el caso y está tan orgullosa de ello como de sus logros en la pantalla, sus premios y el aprecio de sus pares y del público. No es para menos: esa decisión judicial abrió las puertas de la independencia para los actores.

Olivia De Havilland consiguió dos Oscar y tres propuestas más. Hoy está retirada de la pantalla, dos veces divorciada y tras haber perdido a su hijo, Benjamin, que murió bastante joven y mostrar una abnegación digna de la señora Wilkes al cuidar al que era su ex esposo (y padre de su hija Gisele) cuando éste enfermó gravemente.

Vive desde hace muchos años en Francia y es la única superviviente del cuarteto estelar de GWTW. Siempre ha tenido una mención agradable para Lo que el viento se llevó, sus compañeros actores y el personal que intervino en la película, y, a pesar de su avanzada edad, de vez cuando sale de su retiro para alguna aparición personal.

Tiene a medio mundo pendiente de su autobiografía, que promete desde hace años y que sería su segundo libro, después de Every Frenchman Has One (1962), que habla más de Francia que de la propia Olivia.

Y es que, además de conocer las impresiones de la intérprete de The Adventures of Robin Hood (Robin de los bosques, 1939), Hold Back the Dawn (Si no amaneciera, 1941), To Each His Own (Vida íntima de Julia Norris, 1946), The Snake Pit (Nido de víboras, 1948), The Heiress (La heredera, 1949)… y sus recuerdos sobre el Hollywood clásico, nadie quiere perderse las posibles alusiones a su hermana, Joan Fontaine, tan legendaria como ella misma.

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