domingo, 27 de abril de 2008

Fleming da un portazo

Selznick lo veía venir desde mediados de mes: su director se estaba agotando y era muy probable que no pudiera terminar la película. No, al menos, a aquel ritmo y con el programa previsto.

Pero tanto Victor Fleming como su médico le aseguraron que podía seguir, y las secuencias se sucedieron: las siluetas en el hospital, Rhett recibe a Escarlata en la cárcel, el ataque en Shantytown, Prissy va en busca de Rhett, los hombres parten para vengar el ataque en Shantytown, Escarlata después del funeral de Frank, Rhett le propone matrimonio, los Butler llegan a la fiesta, la muerte de Melania...

No es extraño que Sidney Howard, que había vuelto por unos días a California para seguir luchando con el guión, comentara que Fleming necesitaba estimulantes para poder aguantar toda la jornada y luego tuviera que tomar sedantes para poder dormir.

Otro de los colaboradores en el guión, John Lee Mahin, cuenta que el 27 de abril la presión para todos, y para Fleming en particular, llegó al límite. El director, cuya concepción de Escarlata no coincidía del todo con la que tenía Vivien Leigh, agotó su paciencia cuando la actriz le hizo otra observación mientras preparaban la secuencia que se iba a rodar aquella noche.

Fleming explotó: enrolló su guión, se lo tiró a Leigh diciendo que se lo podía meter en salva sea la parte (o utilizarlo para limpiársela), y abandonó el plató. Fleming le dijo a Mahin que, de camino a su casa, había tenido la tentación de lanzar su coche por un barranco.

Parecía una crisis nerviosa en toda regla y Selznick, que también se sostenía a base de estimulantes, actuó con rapidez, con el acicate añadido de la preocupación de la MGM por los retrasos y la inversión. Ya había sopesado a los posibles sustitutos de Victor Fleming y estaba preparado para la contingencia. El lunes siguiente, 1 de mayo, Sam Wood se haría cargo de Lo que el viento se llevó.

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