miércoles, 2 de abril de 2008

Encadenados (I)

En Lo que el viento se llevó encontramos múltiples ejemplos de dependencias, de cadenas, reales o figuradas.

Entre las primeras, por supuesto, las que ataban a los esclavos a sus amos. La fuerza, los grilletes y la ignorancia eran los medios usados por los plantadores para poder mantener en sus manos a cientos de esclavos que trabajaban el campo, cuidaban el ganado, plantaban y recogían el algodón y atendían a las necesidades de la casa a cambio de seguir vivos. No todos los plantadores usaban el látigo, ni todos eran tan benevolentes con ellos como los O’Hara, pero esa no es la cuestión. La cuestión es la libertad.

Otro tipo de prisioneros aparece en la historia: los presidiarios alquilados por el Gobierno a todos aquellos que necesitaban mano de obra después de la guerra, cuando ya no se podía recurrir a los esclavos. Era una práctica que merecía la desaprobación de la mayoría, aunque Escarlata la encontraba ventajosa y sacó buen partido de ella.

En cuanto a los prisioneros de guerra, Margaret Mitchell nos relata de pasada las condiciones en que podía encontrarse Ashley en el terrible campo de Rock Island (Illinois), una vez que el intercambio de prisioneros no tuvo efecto, ya que el Norte esperaba que el esfuerzo que la Confederación debía realizar para mantener a los soldados de la Unión capturados haría mella en sus reservas, como así era. Las condiciones en las prisiones de ambos bandos eran muy duras, con el hambre y la enfermedad cebándose en los hombres y causando bajas equiparables a las batallas.

Entre los personajes de novela y película se establecen, claro está, diversos tipos de relaciones que hacen avanzar la trama y conformar la personalidad de cada uno. Veamos, por ejemplo, de quién y por qué dependen los cuatro protagonistas de Gone With the Wind, cómo están unidos entre sí por invisibles pero fuertes lazos.

Una de las características más célebres de Escarlata es su independencia, o mejor dicho, su deseo de independencia, su ansia de no deber nada a nadie y su orgullo por reunir el dinero suficiente para salvar Tara con sus propios medios. Pero no podrá lograrlo sin mover los hilos que penden de su mano y a su vez la atan a otras.

La influencia de Gerald, su padre, es notable. La mayor de las O’Hara es educada para parecerse a su madre, para ser una mujer más entre los miles y miles de pasivas esposas y madres que administraban granjas, plantaciones y casas sostenidas económicamente por los hombres. Pero, pese a los esfuerzos de Ellen y Mammy, en Escarlata acabarán por dominar las cualidades y carácter de su padre, no sólo el amor por la tierra, sino también la terquedad, el orgullo y el mal genio de aquel irlandés irascible pero de corazón tierno. Gerald, gracias a su acaudalada posición, mantuvo a su hija entre algodones durante dieciséis años de su vida y, además, cuando supo que no tendría ningún hijo varón, empezó a tratarla como un camarada, lo que les acercó mucho más.

Como hija de plantador esclavista, Escarlata sabía desempeñar todas las tareas domésticas, pero no para llevarlas a la práctica cotidiana, sino para supervisar su perfecto cumplimiento por parte de sus esclavos, en especial los de la casa, a cuya cabeza estaba la protectora Mammy, enorme vademécum de normas sociales de la que su ama dependía para vestirse, desnudarse y procurarse el sustento físico.

Con la llegada de la pubertad, los lazos afectivos con los padres se atenúan un tanto para dejar paso lógico a la búsqueda del compañero ideal, que, en aquellos tiempos, era también el sustituto natural del padre en cuanto a apoyo económico. Escarlata decide fijar sus ojos en Ashley Wilkes, por puro capricho, aún en contra de la sabia voz de Gerald.

Ashley, sin ser él mismo consciente del hecho por completo, dominará los afectos de la joven durante un largo período, hasta que la venda caiga de sus ojos y se percate de la verdad. El ilusorio amor por Ashley motiva a Escarlata a realizar algunas acciones de consecuencias imprevisibles. Su devoción por él no le permite negarle nada, ni siquiera que la una a Melania al pedirle que cuide de ella si le sucede algo a él en la guerra.

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